Por qué el silencio es bueno para tu cerebro
Vivimos en un mundo ruidoso y distraído, donde el silencio es significativamente más difícil de encontrar – y eso puede afectar negativamente nuestra salud.
De hecho en 2011, un reporte de la Organización Mundial de Salud llamó a la contaminación del ruido como una “plaga moderna”, concluyendo que “hay una abrumadora evidencia de que la exposición al ruido ambiental tiene efectos adversos sobre la salud de la población.”
Constantemente estamos llenando nuestros oídos con música, televisión y noticias de radio, podcasts y, por supuesto, la multitud de sonidos que creamos sin parar en nuestras propias cabezas. Piense en esto: ¿Cuántos momentos cada día pasas en un silencio total? La respuesta es, probablemente, muy pocos.
A medida que nuestros ambientes internos y externos se vuelven más y más ruidosos, más personas están empezando a buscar el silencio, ya sea a través de una práctica de sentarse en silencio durante 10 minutos cada mañana o de ir a un retiro de silencio de 10 días.
¿Inspirado para ir a buscar un poco de paz y tranquilidad? Aquí hay cuatro formas respaldadas por la ciencia de por qué el silencio es bueno para el cerebro – y cómo darse tiempo para que se sienta menos estresado, más centrado y más creativo.
1. El silencio alivia el estrés y la tensión.
Florence Nightingale, la enfermera y activista social británica del siglo 19, escribió una vez que “el ruido innecesario es la falta de atención más cruel al que puede ser infligido un enfermo o una persona sana.” Nightgale argumentó que los sonidos innecesarios podrían causar malestar, pérdida de sueño y alarma para la recuperación pacientes.
Se ha encontrado que la contaminación acústica ha dado lugar a padecimientos de presión alta y ataques al corazón, así como comprometiendo la audición y la salud en general. Los ruidos fuertes elevan los niveles de estrés mediante la activación de la amígdala cerebral y causa la liberación de la hormona del estrés cortisol, según la investigación.
Un artículo inédito de 2004 por el psicólogo ambiental Dr. Craig Zimring sugiere que los niveles de ruido más altos en las unidades de cuidados intensivos neonatales llevaron a la presión arterial elevada, aumento de la frecuencia cardíaca y rompen con los patrones de sueño del paciente.
Así como demasiado ruido puede causar estrés y tensión, la investigación ha encontrado que el silencio tiene el efecto contrario, liberar la tensión en el cerebro y el cuerpo.
Un estudio de 2006 publicado en la revista Heart encontró que dos minutos de silencio son más relajantes que escuchar música “relajante”, basado en los cambios en la presión arterial y la circulación sanguínea en el cerebro.
2. El silencio recarga nuestros recursos mentales.
En nuestra vida cotidiana, la información sensorial es lanzada sobre nosotros desde todos los ángulos. Cuando finalmente logramos deshacernos de estas perturbaciones sónicas, los centros de atención de nuestro cerebro tienen la oportunidad de restaurarse a sí mismos.
Las demandas de atención sin fin de la vida moderna ponen una carga significativa en la corteza prefrontal del cerebro, donde está implicado el pensamiento de orden superior, la toma de decisiones y resolución de problemas.
Consecuentemente, nuestros recursos de atención se drenan. Cuando esos recursos de atención se agotan, nos distraemos y nos sentimos mentalmente fatigados, y puede haber dificultades para concentrarse, resolver problemas y llegar a nuevas ideas.
Pero de acuerdo con la teoría de la restauración de la atención, el cerebro puede restaurar sus recursos cognitivos limitados cuando estamos en ambientes con niveles más bajos de la información sensorial de lo habitual. En silencio – por ejemplo, con la quietud de encontrarse caminando solos en la naturaleza – el cerebro puede bajar la guardia sensorial, por así decirlo.
3. En el silencio, podemos aprovechar el modo de red automático del cerebro.
El modo automático en red del cerebro se activa cuando nos involucramos en lo que los científicos se refieren como “la cognición autogenerada”, tales como soñar despierto, meditando, fantasear sobre el futuro o simplemente dejar que nuestras mentes vaguen.
Cuando el cerebro está inactivo y desacoplado de los estímulos externos, por fin podemos aprovechar nuestra corriente interna de los pensamientos, las emociones, los recuerdos y las ideas. La participación de esta red nos ayuda a darle sentido a nuestras experiencias, empatizar con los demás, ser más creativos y reflexionar sobre nuestros propios estados mentales y emocionales.
Con el fin de hacer esto, es necesario alejarnos de las distracciones que nos mantienen persistentes en la superficie de la mente. El silencio es una forma de llegar hasta allí.
La actividad de este modo por defecto nos ayuda a pensar profundamente y creativamente. Como escribió Herman Melville, “Todas las cosas profundas y las emociones de las cosas están precedidas y atendidos por el silencio.”
4. Tener quietud puede regenerar las células del cerebro.
El silencio puede hacer crecer literalmente al cerebro.
Un estudio realizado a ratones en 2013, publicado en la revista Estructura y Función del cerebro, consistió en comparar los efectos del ruido ambiental, el ruido blanco, las llamadas de las crías y el silencio en los cerebros de los roedores. Aunque los investigadores pretenden utilizar silencio como un control en el estudio, encontraron que dos horas de silencio diario condujeron al desarrollo de nuevas células en el hipocampo, una región del cerebro clave asociada con el aprendizaje, la memoria y la emoción.
Aun preliminares, los resultados sugirieron que el silencio podría ser terapéutico para enfermedades como la depresión y la enfermedad de Alzheimer, las cuales se asocian con la disminución de las tasas de la regeneración de neuronas en el hipocampo.